jueves, 5 de diciembre de 2013

Mis tazas tienen fecha de caducidad


Llevo un par de días pensando el motivo por el cual me gusta usar la misma taza para todo. Desde el café de la mañana al trasnochador ‘bibi’ del juernes noche. Aparentemente no es nada especial: una taza blanca con un gran bigote negro, fin. Pero es que a mí me encanta mi taza.

“Menudos pensamientos, pues sí que te aburres en Dinamarca”, podrían decir algunos. “Cómprate un perro y lo peinas tío”, podría ocurrírseles a otros. Pero hay algo que me hace que haga una pausa y que piense en ello mientras me rasco la perilla. Y es que a mí me encanta mi taza.
Cierto es que mis pensamientos no andan muy lúcidos estos días. Podría ser por la tormenta que ya acecha tras una gigantesca cortina gris con la que, casi por norma, empieza a cubrir el escenario de este puntual y metódico país. También podría ser porque me veo obligado a hacer las maletas y decir “vi ses” a un lugar que de algún modo me ha visto crecer y del que, por supuesto, me sentiré siempre agradecido y vinculado. Casi ná. Pero mientras escribo estas líneas miro mi humeante café junto a mi teclado, en mi taza blanca con un gran bigote negro, y siento que nunca volverá a saberme igual. Sé como el café me supo antes, sé cómo me sabe ahora, pero no como me sabrá de aquí en adelante.

Permitidme que siga con la parrafada.
Una vez tuve una taza favorita. De eso hace unos veinte años. Esta tenía un dibujo de un payaso, y el borde de la misma era dorado. Ahí me tomaba calentitos cola-caos ‘migaos’ antes de ir al ‘cole’, y alguna vez a escondidas, me preparaba mi abuela café ‘migao’, pero siempre a escondidas de la mama. Porque los niños no beben café. Cómo son a veces de permisivas las abuelas…

Cuando pienso en esa taza, inmediatamente me viene una ola de recuerdos y sentimientos de los que te aceleran el pulso. Mi niñez, ver Dragon Ball (Óliver y Benji en su defecto) deprisa-y-corriendo antes de ir al ‘cole’, pelear con mi madre porque esa mañana no me ‘entraba’ el desayuno, jugar al fútbol en la calle con mi vecino bético Isidoro tras la merienda… En definitiva, sin darme cuenta, esa taza me estaba creando un anclaje socio-emocional, me estaba vinculando a una realidad y a un entorno que estaba influyendo directamente en la construcción de mi persona. Esa taza me unía a muchos acontecimientos. Y eso jamás podrá ser alterado. Entonces era una simple aunque divertida taza. Hoy para mí significa algo más, aún habiéndose pasado mi periodo para-con ella. Por cierto, me alegra saber que es ahí donde hoy día mi sobrina Daniela se toma los cola-caos.

 En Río tuve otra taza. No sabía por qué, ni me lo planteé, pero un día sentí que me urgía tener mi propia taza. Fue mi favorita por un tiempo. Al principio era una vulgar taza de Homer Simpson. Con el tiempo pasó, cómo no, a ser mi taza favorita. Me encantaba saborear en ella el aguachirri que nuestra cafetera preparaba. Y las caipirinhas. Y el fernet-cola. Ay, los fernetsitos-cola boludos… era la taza perfecta para tomar pues ya se había vinculado a mi nueva vida, se había ligado a nuevos hábitos y hechos cotidianos: mi día a día en base a ella, y me sentía seguro. Y de nuevo todo son recuerdos a su alrededor: Fran intentando convencer a los ‘boludos’ que el Betis es el mejor equipo del mundo, los boludos rompiendo las bolas porque Fran no friega la sartén, Lucho con sus espontaneidades… Todo ello me viene a la mente cuando pienso en esa taza, que ya no sería vulgar nunca más.

Recuerdo el último día en la casa de la Avda. de Nossa Senhora de Copacabana, cuando empaquetamos todo y antes de abandonar la que fue nuestro hogar por casi medio año, decidí dejar la taza abandonada. “¿No te la llevas?” Me preguntó sorprendido Lucho. Decidí dejarla en el camino, sí. Esta también tenía fecha de caducidad. Algo me decía que se acababa un ciclo y abandonando la taza, de algún modo ella se encargaría de cerrarlo. La taza ya no era importante. Lo eran todos los recuerdos que habían alrededor de ella. Los recuerdos quedarían para siempre pero el sentimiento de pertenencia debía ser desarraigado, enterrado en aquella casa. Nada premeditado, era un simple impulso, casi intuitivo. Por cierto, me alegra saber que es en esa taza donde hoy día Lucho se toma los fernets-cola. O no, igual a él también le caducó.



En Nepal…, mmm…, bueno, en Nepal bebía a morro (just kidding).

En fin, que como decía al principio de este ensayo, hoy día tengo otra taza favorita. La del bigote negro. Por cierto me encanta, ¿os lo he dicho?

Sin embargo, el simple hecho de aceptar la hipótesis metafórica de que estas tazas podrían representar el sentimiento de pertenencia que me une a cada lugar, con un periodo definido, me aterra. Porque aunque amo todo y cada uno de los recuerdos que a ella envuelven, no me cuesta nada dejarlas atrás.

He de reconocer que sin obsesionarme, me perturba la idea de no saber qué taza usaré de aquí en adelante. Es una agridulce incertidumbre que invita (forzosamente por cierto) a pasear por una estrecha cordillera donde por un lado divisas con optimismo un futuro incierto, y por otro, un simple vacío. Y chico, sabes que hay que caminar. Tampoco negaré que aunque sé que la antigua taza del payaso siempre podré tomarla prestada (de hecho lo haré, y doy gracias por ello), ella ya no me pertenece. Tampoco la de Homer y la del bigote, esa ya casi es historia.

Por aquí ya huele a café fresco, luego algo me dice que debo ir acabando este escrito. No antes sin hacer, cómo la tradición manda, mi carta a Papá Noel. ¿O era a los Reyes Magos?, yo qué sé... Haré lo siguiente:

A QUIEN CORRESPONDA

Estas Navidades y en vistas al nuevo año, yo solo quiero una taza favorita. Una donde tomar café caliente. Y bueno, siendo honesto, también anhelo la realidad y el entorno en la que se envuelve. Y si no es mucho pedir, que allí no sienta un ápice de alienación. Así, una pequeñita pero cálida, que me acompañe a realizar mis sueños y solventar inquietudes y obstáculos. 

No sé qué pensáis pero yo creo que eso pasa, que el café en taza te hace sentir en casa.



PD: Mis disculpas por esta estúpida metáfora reflexiva sobre tazas y arraigos. Ahora os dejo, voy a tomarme un café en mi… ¡J*DER! ¿¿QUÍEN ME HA ROBADO MI TAZA??






*A todos/as aquellos amigos/as que hice en el camino y que pese a la distancia, siguen siempre conmigo.


martes, 29 de enero de 2013

El Refugio

Marcos es mexicano y es un antiguo alumno que he conocido aquí. Vive en el bosque a escasos kilómetros de la escuela, en una 'casita' hecha por él mismo con material reciclable, de segunda mano, maderas, y un vieja autocaravana. A partir de ahí, se ha construido su sencillo, austero pero acogedor hogar.
Nos invitó a Nati (otra voluntaria, mexicana también) y a mí a tomar un té y a enseñarnos el lugar donde vive. Él es un chico muy interesado en la bio-arquitectura y arquitectura sostenible, pues a partir de sus ideales y conocimientos se ha construido este espacio que podría catalogarse de Zen para arriba.

Fuimos en bicicleta. El paisaje era de película navideña: bosques, montañas, todo teñido de blanco, a la vez que los copos no cesaban en su afán por demostrar que su similitud con los asteriscos (*) no son mera casualidad.



Dejamos las bicicletas hasta donde la nieve nos permitió, y el resto caminando. La nieve en polvo es un regalo, creo que podríamos haber caminado durante horas. ¡Pero no!, en pocos minutos habíamos llegado al 'refugio'. Sin darnos cuenta nos vimos atrapados por la magia del momento: un termo de té caliente, luz tenue solo avivada por las llamas del horno, y percibiendo desde la ventana que la nieve no tenía ninguna intención de darnos tregua para la vuelta. Eso era lo único que hicimos durante horas. Bueno, no lo único, también tuvimos charlas de las que no se ven condicionadas por el reloj y de las que no te dejan indiferente. Teníamos todo el tiempo para hablar, conocernos, etc.






A las horas, llegó Marie, otra 'profe' voluntaria de la escuela. Trajo una botellita de vino (¡español, por supuesto!). Pero estábamos tan atrapados con el té, que no quisimos ni probarlo.

....

¡NOOO, ni ná! En media hora solo quedaban ganas de tomar otra botella jejeje.

La noche cayó y antes de volver a 'casa', Marcos nos quiso hacer una mini-ruta. ¡Fue lo mejor sin duda! En cuestión de tres minutos caminando cuesta arriba, llegamos a una inmensa llanura, toda cubierta de un manto de medio metro de nieve en polvo, virgencísima. Y desde allí arriba se percibía, al horizonte, el mar. Si es cierto eso que dicen de que cuando estás a punto de morir te suceden imágenes que sintetizan tu paso en esta vida, esta captura será una de ellas, ¡ya lo he pactado con mis subconsciente! Lo dicho, contrastes y caviar para los sentidos.


Tras hacer un par de 'croquetas' en aquella explanada, un par de 'angeles en la nieve' a la luz de un viejo candelabro, recogimos nuestras bicis y volvimos a casa. Ducha caliente y una cena que hoy supo especialmente a gloria (¡el frío cala hasta el tétano).

La curiosidad del día la recojo en el camino de vuelta a casa, en bici. Mientras íbamos por la calzada, una voz desde uno de los porches de una casa, con voz grave y extrañamente 'familiar' nos dedicó un "dehpasito y con wena letraaaa!!". Podría ser tranquilamente el típico 'Tío Paco', castizo, que cada vez que te ve te da '20 eurillos pa chuches'. Un hombre, con voz castellana de pura cepa, el cual no tengo ni idea de quién era, ni porqué decidió hablarnos en español. Le devolví un guiño cómplice pero la verdad, me arrepiento de no haberme vuelto y decirle "cushaaaa, daónde zoi uttedeee?"

martes, 22 de enero de 2013

21 Días en Hojskole

Han pasado más de dos semanas desde mi llegada y es buen momento para hacer balance de mi labor en la escuela.
A pesar del ambiente tan vacío que encontré a mi llegada (tan solo unos 5 o 6 alumnos ya se habían instalado), en dos días los estudiantes habían llenado de vida los pasillos. Y las clases. Pues dieron comienzo y con ello, el programa al que iba a ajustarme como nuevo miembro del staff.
Así, me reuní con mi 'mentora', quien tutoriza mi voluntariado y que a su vez, es profesora aquí. Valoramos qué actividades necesitaba la escuela y por supuesto los alumnos, y a qué podría ajustarme. Por lo pronto, las actividades deportivas (fútbol, hockey, etc.), las clases de Outdoor (al aire libre) y dinamizar, organizar y supervisar algunas actividades en el tiempo libre, en conjunto con los otros voluntarios, son las competencias que a día de hoy llevamos a cabo. Los horarios y actividades se programan cada 8 semanas, y a partir de ahí se organizarán otras de nuevo, en pos de no topar con la monotonía y dar mayor versatilidad en los contenidos. Eso en cuanto a nuestra labor más formal. El día a día es aprender a lidiar con personas de por lo menos 15 o 20 países distintos, de diferentes edades, con sus historias de vida... pero lo cierto es que nos lo ponen muy fácil, incluso contando con el choque cultural que en la mayoría de las veces, suele ser divertido. Sumémosle otro hándicap, el idioma. Pues el estándar es el inglés, y no todos lo hablan (y me incluyo) con fluidez. Por tanto, ¡me atrevo a decir que el lenguaje más empleado en la escuela es el corporal! Los malentendidos forman parte del día a día en las conversaciones, pero lo más importante es que la escucha activa se practica a un 120%.

El idioma danés
Siendo optimista, ¡diría que imposible! Jeje. Aunque lo cierto es que aún no he comenzado las clases de idiomas que el programa ofrece (temas burocráticos, un clásico), pero esta semana espero poder zanjar este asunto y para la que viene, comenzarlas. Es un idioma fonéticamente un abuso, un verdadero maltrato a las cuerdas vocales (llamadme etnocentrista), y que nada o casi nada tiene que ver su pronunciación con su escritura. A ver hasta dónde podemos llegar en las clases, pero sí que tengo intención de aprender aunque sea un 'Hola-yo-ser-colchonero-aupa-Atleti'. Una frase que por otra parte, estoy extendiendo en la escuela. Ya sabéis, la marca Atleti tiene que extenderse por el planeta...

Mi mamá me mima. ¡Mi mamá se llama Helle!
Entre otras cosas, la asociación danesa que gestiona mi estancia en Dinamarca me ha asignado una familia de contacto, para todo los asuntos personales que no sean competencia de la escuela. Ej: tener que abrirme una cuenta en el banco, tener que arreglar el visado, o simplemente, tener un vínculo que me una al país. Como he dicho antes, ella se llama Helle. Una mujer muy acostumbrada a tener 'nuevos hijos extranjeros' y que es servicial como, por lo que hasta hoy puedo hablar, me demuestran que son los daneses.
Gracias a ella ya he arreglado los trámites burocráticos en dos mañanas. Para ello Helle me llevó en coche a Odense, una de las ciudades más grandes de Dinamarca, a 33km de la escuela. Por cierto, eficiencia pura (se agradece) en el funcionariado.
Ella también es la familia de contacto de mi compañera mexicana en la escuela, quien curiosamente cumpleaños el mismo día que yo. Pues 'mamá' ya ha propuesto organizarnos la fiesta de cumpleaños... ¡cómo son las madres!

Ahora, volviendo un poco a la escuela y para despedir la entrada, decir que aunque trabajamos nos lo pasamos muy bien, siempre se proponen actividades y no se para. ¡Quien se aburre es porque quiere!
Por ejemplo, tras el primer paquetón de nieve del año, hicimos una guerra de bolas que pa' qué, running, meditación, el otro día hicimos un taller de mimo, ultimate (una especie de fútbol americano pero con un frisbee), sauna, hockey, billar, fitness, juegos de mesa X mil, fiestas, desfile de disfraces, y ahora hemos propuesto unos cuantos interesados quedar todas las semanas para preparar un teatrillo, una comedia mediante mímica. ¡Já! ¡A ver qué sale!.Y para terminar, qué mejor que acompañar con algunas inmortales-digitales. Paisajes de postal navideña, ¿que no?  ;)






¡Penalty claro!



Una cena especial: ¡Fiesta Latina!


Una de mojitos, ¡cómo no! Receta Pachamama 4-ever (se echa de menos...)







¡Mi cuarto!

 Poco abrigo, ya sé... 


 Frío ni frío, ¡éa yá!

 





 ¡Una de desfiles para la fiesta!


Sí, de vez en cuando la gente se da un homenaje...




:)



Curiosidad: Decir 'salud' al brindar en groenlandés es 'CASUTA!'.
PD: Madre no hay más que una, ¡así que tranquila mujer! ;)
PD2: Ni decir que aunque me lo esté pasando tan bien, eche de menos a alguien muy especial... ;)

jueves, 10 de enero de 2013

Velkommen to Brenderup Højskole!

Antes de explicar mi día a día y qué se cuece por aquí, quisiera dejar claro en qué consiste los Hojskole.

Son un tipo de instituto (folk danés) de educación no formal (y por tanto, no reglado) con un sistema educativo alternativo y más personal, lo cual les caracteriza de tal modo que tienen gran reconocimiento no solo a nivel nacional, sino a nivel mundial. Solo existen Hojskole en Dinamarca y sus más de 150 años de historia, son todo un aval.

Son también conocidos como 'Escuelas de Vida', pues es eso de lo que se nutre este sistema. Un tipo de educación para la vida, útil y con impacto. Lo que busca es el desarrollo y la autonomía de las propias persona a través de un sistema educativo personalizado, cercano, y más humano. Es decir, una educación que busca crear ciudadanos antes que a profesionales, sentar unos principios y unos valores, algo que bajo mi punto de vista no está demás en unas sociedades donde el capitalismo ha calado hasta lo más profundo de nuestra cultura y, por consiguiente, mermando toda (o casi toda) parte de humanidad de la misma. Aunque siempre nos quedará 'La Toñi' en Tiene Arreglo, para recordarnos que aún tenemos un corazoncito que late.

¿Y qué se aprende y qué se hace?

Para que nos entendamos, es una especie de albergue pero con un enfoque más educativo y formativo, donde los estudiantes son mayores de edad (en este caso, teniendo desde 18 hasta ∞), y vienen de todos los países. Este es uno de los puntos fuertes y más enriquecedores del lugar: el enfoque intercultural y choque cultural . Estudiantes de Japón, Nepal, Francia, Dinamarca, Siria, Irán, Afganistán, Groenlandia, etc. conviven, estudian, discuten, ríen... 24h juntos Unos vienen porque conocen este tipo de institutos, otros son enviados por el gobierno danés por diversos motivos (refugiados políticos de otros países en conflicto, derivados de lo que serían los asuntos sociales, etc.)

Sobre los contenidos educativos, ofrecen varias posibilidades para que adaptes el curriculum a tus intereses: fotografía, conocimientos globales, políticas internacionales, stop motion, idiomas (danés, español), música y estilos de música, pintura, reciclaje, diseño de ropa reciclable, alimentación saludable, etc. Adaptas las optativas según qué quieres aprender. 

A parte de todo esto, el deporte, y la música están a la orden del día. Algo que caracteriza a los Hojskole es que diariamente se cantan canciones antes de comenzar las clases. Todo alumno cuenta con un libro de canciones clásicas, danesas e inglesas, y cantan juntos mientras el 'profe' de música toca el piano. Muy idealizado todo... pero es muy divertido y alegre. What a wonderfull world o Let it be, son algunas de ellas. Las clásicas danesas aún no las controlo jejeje.

Los recursos en cuanto a infraestructura es excepcional. (Lógico por otra parte, contando con que poco hay que hacer en los aledaños del lugar, debido al frío y a la poca vida que alberga este pequeño pueblito.) Gimnasio, sala de música con TODO tipo de instrumentos, sala de fitness, sala con billar, futbolín, proyector, discoteca, incluso hay una sauna. Todo para que el alumno se centre en su bienestar físico y mental, a través de la socialización con otros. Pero no todo es ocio, pues también tienen sus responsabilidades. Una vez por semana, por grupos, ayudan a recoger el comedor y la cocina, a parte de ocuparse de su ropa, respectivos cuartos, organizar actividades para los demás, etc.

Básicamente, eso es Brenderup Hojskole. Un pequeño mundo dentro de un pequeño pueblito danés.

Algunas fotos del lugar.













En la visita a Jelling, every guys together!




PD: Mamá, prometo hablar más de mí la próxima vez. Esta vez de verdad. ;)









lunes, 7 de enero de 2013

1 Corona, 14 Céntimos (de €)

Lo primero que quiero decir es que, lamentablemente, NO, no hay nieve en la zona donde vivo. Ha habido, y según parece habrá, pero de muñequitos de nieve en la fiesta de bienvenida nada. La ubicación del Hojskole (nombre que recibe este instituto) y lugar donde residiré es Brenderup, en Fyn, cerca de Odense (una de las ciudades más grandes de Dinamarca).

Lo segundo que quiero decir es que aunque el título pueda dar pié a confusión, ni se os ocurra imaginaros que la moneda danesa podría salir rentable al cambio, ¡vaya con las 'coronitas danesas'!

En fin, a lo que vamos. Que ya tenía ganas de contar los primeros e intensos días del voluntariado en Hojskole, toda vez nos han dado un poco de descanso tras tanto frensí. Comienzo del curso, recibida de alumnos, etc.

Así, como mandan los cánones, trataré de empezar por el principio.

Mi viaje transcurrió con toda normalidad, pues había sido previamente programado metódicamente por la organización que gestiona mi voluntariado en Dinamarca. Hora de llegada, lugar donde comprar el ticket de tren, hora del siguiente tren que me llevaría a Middelfart (a 18km del instituto), y allí, ya esperaba la que será mi coordinadora en Hojskole Brenderup. Pero no era la única que me daría la bienvenida. Caprichoso en sus apariciones por estos lares, el Sol quiso buscar un hueco en este escenario circunstancial, aunque sin mucho empeño dicho sea de paso. El día a día me demuestra que debe tener bien asumido su rol secundario.

De la temperatura en la calle, mejor ni hablamos. ¡Ni con el abrigo del papa!

De estas primeras horas no hice fotos, pero seguro que con un leve ejercicio de imaginación podréis verlas conmigo: El paisaje que podía observar en el trayecto de tren se puede resumir en un fondo de pasto verde, al más puro estilo 'Fondo Predeterminado de Windows', y con una cortina gris sobre la mitad superior de la pantalla. Eso sí, como dije antes, el Sol parecía querer buscar la luz (lo sé, demasiado paradójico), aunque sin demasiado intención. Si te ha costado mucho imaginártelo, está bien. Botón derecho en el escritorio/Fondo Escritorio/Por Defecto.

Dado que alguien por ahí me aconsejó hacer entradas más escuetas, me aseguro haber contextualizado lo suficiente para en la siguiente centrarme, esta vez de verdad, en los primeros e intensos (¡al menos para mí!).

Como anticipo, una foto, así al azar, de una de las habitaciones del lugar. Mamá, ¿será esta la mía?